El Puercoespine
El miedo a la soledad, el deseo de compartir, la necesidad de brindar y recibir amor nos lleva a compartir y vivir en comunidad.
Pero por alguna razón cuando nos acercamos demasiado, los seres humanos nos hacemos daño unos a otros.
Por eso es necesarios establecer una distancia mínima entre seres humanos. Esta distancia mínima es la del respeto, la educación y los buenos modales.
De no existir esto, la convivencia sería insoportable.
Debemos ser lo suficientemente inteligentes para no alejarnos tanto como para necesitarnos, ni acercarnos demasiados porque después terminamos lastimándonos. Encontrar el justo equilibrio es la clave.
Aprendamos de los puercoespines: Una hermosa fabula que nos puede ayudar.
Era invierno y los puercoespines, aislados cada uno en su rincón, tenían frío. Transcurrieron unos días, hasta que se les ocurrió que una buena forma de calentarse, sería apretarse unos contra otros. Al acercarse, sintieron un agudo dolor, por las heridas que se producían unos a otros con sus púas, y volvieron a alejarse.
Al poco tiempo, el frío se tornó insoportable, y volvieron a buscar el calor de los cuerpos amigos. Los pinchazos, les recordaron, que, tratándose de puercoespines, el exceso de cercanía era peligroso. Decididos, sin embargo, a no dejarse vencer en su lucha contra el frío, se alejaron y se acercaron varias veces, hasta que alcanzaron una distancia óptima, que les permitió estar calentitos, pero sin lastimarse.
Compartir y vivir en comunidad es una necesidad biológica, procuremos mantener una distancia de seguridad mínima, para evitar hacernos daño unos a otros.